

Apoyándolo, dándole aliento y motivándolo para continuar luchando y cambiando.

Si es necesario cambiemos nuestra rutina y alimentación, para que sienta menos dura su experiencia de cambio y nuestro apoyo.

Recomendándole ayuda psicológica, para tratar los conflictos y emociones, que pueden estar produciendo la enfermedad. Si es prudente podemos acompañarlo.

Recordándole sin ser agobiantes, qué cosas le hacen daño y cuáles le benefician.

Teniendo paciencia y procurando ser comprensivos con sus cambios de ánimo.

Mostrando fortaleza en el acompañamiento, pero dejándole claro lo importante que es en nuestra vida.

Favoreciendo ambientes cálidos y armónicos, libres de quejas, conflictos, reclamos y discordias.

Apoyándolo sin sobreatenderlo, pues tanta atención puede ser contraproducente y puede generar comportamientos dependientes y manipulativos, lo cual iría en contravía de la sanación.

La familia de la persona con cáncer también necesita apoyo y escucha, por tanto, deberían buscar ayuda psicológica y grupos de apoyo.
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